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martes, 13 de marzo de 2018

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sábado, 24 de febrero de 2018

Resultado de imagen para el dorado la leyenda


Guía N° 2 Feb tema II 5 GRADE                19/02/18
Tema: La leyenda.
Las leyendas son relatos fantásticos de una comunidad, que explican su historia, sus tradiciones, los orígenes de la Naturaleza, del ser humano o de hechos y circunstancias.
Incluyen cierta dosis de realidad y se transmiten de padres a hijos de manera verbal.
Con el paso del tiempo, la versión original de las leyendas a veces sufre modificaciones.
Las leyendas tienen siempre un principio, en el que se presentan los personajes; un desarrollo, en el que se desenvuelve la historia, y un desenlace, en el que se resuelven las dificultades.

Leyenda de El Dorado
Esta leyenda representa la consagración de los nuevos Zipas durante la coronación del nuevo Zipa,gobernador y cacique.
La laguna de Guatavita, donde se gesta la leyenda de El Dorado, es un espejo redondo de agua tranquila y cristalina, rodeada de plantas nativas como el digital, diente de león y árboles abutilones rojos y amarillos de los cuales el colibrí sabanero saca el néctar.
Había mucha emoción en Bacatá, ciudad donde vivía el Zipa, pues todos irían a la laguna de Guatavita con joyas de oro, esmeraldas, vasijas y mantas tejidas para ofrendar a Chibchacum (dios supremo) a la diosa de las aguas Badini y a su nuevo soberano.
Las mujeres habían preparado mucha comida de mazorcas y chicha (vino de maíz). Toda esta comida era transportada en vasijas de cerámica hechas en Ráquira, Tinjacá y Tocancipá como también cestos de palma tejida.
El joven heredero y próximo Zipa, encabezaba la procesión acompañado de su séquito sacerdotes, guerreros y nobleza. Tenía un cuerpo fuerte con piel canela aunque pálido por ayuno que había realizado para purificar su cuerpo y alma y rogar a dioses sentido de justicia, bondad y sabiduría para gobernar a su pueblo.
Antecedentes de la leyenda de El Dorado
En la aldea de Guatavita, había una laguna. La mujer del cacique de Guatavita, perteneciente al grupo indígena muisca*, fue sorprendida en adulterio y fue condenada a un suplicio por el Cacique. Para que ésta no olvidara nunca el pecado cometido, el cacique ordenó que todos cantaran el delito a toda hora hasta que la cacica, desesperada, se lanzóa la laguna de Guatavita junto con su hija, donde murieron ambas.
El cacique, preso de remordimiento, consultó a los sacerdotes qué hacer para expiar sus faltas. Estos le hicieron creer que su mujer vivía en el fondo de la laguna y que tenía que honrarla con muchas ofrendas de oro.
*Muisca: pueblo indio que habitaba en el altiplano cundiboyacense y el sur de Santander.
Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI, había varios estados independientes y dos caciques que se disputaban la hegemonía: el Zipa de Bacatá (Bogotá) y el Zaque de Hunza(Tunja). Los muiscas se dedicaban a la agricultura, eran alfareros y fabricaban gran variedad de joyas en oro y cobre hechas en láminas de metal. Su culto consistía en la adoración de los astros,
de Bochica (héroe civilizador) y la veneración de los antepasados.
Guía del estudiante Bimestre: II Semana: 8 Número de clase: 23
Marchaba a la música de tambores, pitos, fotutos y caracoles hacia Guatavita, esa espléndida laguna.
Allí la muchedumbre cantaba alegremente. El sumo sacerdote, de piel cobriza, delgado por los ayunos y trajeado con plumas, impuso silencio al extender los brazos. El sacerdote era temido y reverenciado por el pueblo pues era mediador entre hombres y dioses; era quien realizaba las ofrendas y rogativas y quien curaba enfermedades con sus rezos y plantas mágicas.
El futuro Zipa se desnudó y su cuerpo fue cubierto con trementina, sustancia pegajosa, para que
lo untaran con oro en polvo. Fue un momento solemne: solo se oía el croar de las ranas (animales sagrados), el canto de pájaros y el correr de venados. Ungido, el joven Zipa parecía estatua de oro:
¡El Dorado! Despedía reflejos a los rayos del sol. Subió con los principales de la corte a una balsa de oro hecha en Guatavita. Se deslizó al centro de la laguna, invoco a la diosa del agua y otros dioses y se sumergió en laprofundidades. Después de algunos segundos, emergió sin nada de oro. El ritual lo había consagrado como cacique.
Uno a uno, los súbditos arrojaron ofrendas a la laguna: figuras de oro, pulseras, coronas, collares, alfileres, pectorales, vasijas con formas humanas llenas de esmeraldas y jarras de barro. El cacique también arrojó ofrendas.
La balsa retornó lentamente a la orilla: había un nuevo cacique quien debía gobernar según leyes de Nemequene basadas en el amor, destreza en el trabajo y artesanías, en el valor y honor en la guerra, en la honradez, justicia y disciplina.
La fiesta duró tres días. Se hicieron competencias de juegos y carreras y se premiaba al ganador con una hermosa manta. Se bailó sin cesar. Centenares de indígenas seguían el ritmo de las danzas en forma tranquila o en forma alocada. Después de tres días de abundante comida, comida y festejos, todos retornaron a sus hogares y actividades cotidianas: los agricultores a sus faenas diarias, los artesanos del oro a su orfebrería, los alfareros a amasar barro para sus ollas y vasijas, los mineros a las minas de oro y esmeralda y de sal; y la mayoría al comercio, pues era su actividad principal. Las mujeres por su parte, regresaron a su rol de amas de casa a cuidar los hijos, recoger la cosecha, cocinar, hilar y tejer.
Así transcurrían los días en esta hermosa sabana con su maravillosa vegetación y quebradas de cristalinas aguas.